martes, 13 de noviembre de 2012

Es tiempo...

Es tiempo de amarnos,
de entendernos,
de comprender lo que no supimos.

Es tiempo de despertar,
tiempo, espacio, oportunidad.

Es tiempo de gritar,
reir y llorar a un mismo tiempo.

Es tiempo de caminar,
de ver al corazón,
de sentir lo verdadero,
de explicar lo que algún día creímos.
Es tiempo de nosotros,
de amarnos irremediablemente.

13 de nov 2012

jueves, 8 de noviembre de 2012

Brevario de una noche...

Qué sería de no verte,
                    no tenerte,
                    no amarte,
nada, simplemente, nada.

Cuál sería mi destino,
un camino de amor perdido.

En las noches de ausencia,
entre las sábanas, tu olor y mi dolor,
el olvido es imposible,
tu presencia irrevocable.

No hay forma de olvidarte,
insomnio para no soñarte,
mirada fiel desconcertante.

Cuánto amor en una noche,
lágrima oculta en cada instante.
Qué sería de no amarte,
nada, simplemente, nada.


Octubre de 2012

lunes, 24 de septiembre de 2012

La Selva Lacandona como poema de la vida...


El que no conoce la Selva Lacandona no es capaz de sollozar al oído la distancia. Ella es nuestra casa, que es la casa de todos; el pulmón de la vida para México y para el mundo. Es un mundo mágico en el que convergen la naturaleza y el amor a la vida. La selva Lacandona es un poema para la humanidad; una oportunidad para reflexionar el vasto deseo de vivir entre el recuerdo de los mayas, de los conquistadores y del agreste ambiente selvático. Ambiente que se sumerge entre el agua, el cántaro de los pájaros y las noches iluminadas por las luciérnagas. Eso es la Selva, eso es Chiapas.

La Selva Lacandona es uno de los ecosistemas más diversos del planeta; en su interior uno experimenta esa rara ambigüedad de sentirse un ser extraño en un santuario de la naturaleza y al mismo tiempo parte integral de un todo armónico. Aquí, lejos de la cotidianidad, se estimulan todos los sentidos: es posible percibir colores brillantes, disfrutar aromas exóticos y escuchar los sonidos estremecedores de los monos saraguatos que habitan en los árboles.1

La observación cuidadosa del entorno permite admirar las mil y una maneras en que los seres vivos se enfrentan al reto de la supervivencia: los enormes árboles que atrapan y funden la luz y el agua y crean sombra para los otros organismos; plantas como las lianas y enredaderas que los usan como soportes y entretejen su existencia a la de ellos en busca de luz; orquídeas de colores que estremecen al espíritu más frívolo y formas atrayentes para los insectos polinizadores; y bromelias que almacenan agua y se convierten en condominios aéreos para varias especies que todos los días hacen metamorfosis. 

En medio de tanta vida se regula el clima como modalidad social, se atenúa el impacto de las lágrimas de Dios con la lluvia sobre el suelo y se produce oxígeno y vida, en una actividad incesante de incontables microorganismos, plantas y animales que se dejan seducir por la cadena alimenticia.

Los árboles con grandes alturas tocan el paraíso, lo que los convierte en predominio incesante de poder o imperio natural en el paisaje. Aquí habitan también las ceibas, amates, guanacastles, el súchil, la caoba y el palo mulato, hijos todos de la tierra; la tierra que es la tierra, como la rosa “rosa” pero piedra.2 En muchos de ellos se observan los típicos contrafuertes que les permiten agarrarse al suelo. Permanece allí en las tardes de lluvia, dejando un solo instante el amor del sol, que viene de lejos hacia nosotros y empiezan a galopar los árboles.3

Pero en nuestra selva –la casa de ustedes- hay dos factores por los que todos los seres vivos compiten: la luz y el agua. Al lugar en que cae la semilla acude el agua: es el agua la que germina, sube al sol. Por el tronco, por las ramas, el agua asciende al aire, como cuando te quedas viendo el cielo del medio día y tus ojos empiezan a evaporarse. Las plantas crecen de un día a otro. Es la tierra la que crece; se hace blanda, verde, flexible. El terrón enmohecido, la costra de los vicios árboles, se desprende, regresa. ¿Lo has visto?4 El verde oscuro brillante que domina el panorama es característico de las hojas que se extienden a veces más de un metro de longitud para atrapar la poca luz que dejan pasar las copas de los árboles o lo que llamamos el dosel de la selva. Muchas poseen extremos puntiagudos que favorecen el goteo de la humedad que recolectan, porque es la sombra del agua y el eco de un suspiro, rastro de una mirada…5

En el sotobosque, predominan las palmas, los helechos, diversas hierbas y plantas rastreras: es el sitio de la penumbra. Ahí llega sólo del 1 al 3% de la luz; alrededor de las cuatro de la tarde parece que ya es de noche. Esto crea un ambiente muy especial en el cual sobreviven organismos que han desarrollado ciertas estrategias para vivir entre el agua y las gotas de luz que llenaron ojos vacíos, y un cuerpo de hojas y alas se fue el rocío.6

La diversidad de animales es una rapsodia: colibríes dispersores de polen; mariposas, tucanes, loros y guacamayas que muestran vistosos coloridos; el águila arpía que hace presa de los monos araña, los saraguatos y los osos hormigueros; jaguares, ocelotes y tapires que sigilosamente recorren la selva; peces y aves acuáticas; numerosos insectos y reptiles, entre muchos otros.

La selva cuenta con una riqueza genética de gran importancia y puede ser fuente proveedora de fármacos, árboles maderables, semillas y aromas atrayentes que son parte de nuestra alimentación, como la vainilla. Es una vil fuente de vida.

Esto es la Selva. Un poema de amor para la vida que a lo largo de muchos años, nadie puede negar que es un refugio del misticismo de los mayas en Chiapas. Y es que la historia contemporánea de esta zona denominada Comunidad Lacandona, se podría situar a fines de los años 60, cuando las oleadas de migrantes choles y tzeltales continuaban penetrando hacia las zonas no pobladas aún. Así es como se tienen 27 asentamientos dispersos en los márgenes del río Usumacinta, Sto. Domingo y Lacanjá y 33 poblados en la zona de las Cañadas.

En esta hermosura natural, todos deberíamos pensar que nuestra voz suba a los montes y baje a la tierra y truene, porque eso piden nuestras gargantas desde ahora y desde siempre7, y lo seguirán pidiendo, para que desde las venas del Grijalva y el Usumacinta, se eleve nuestra plegaria para conmover al mundo globalizado de nuestra existencia. Ayudemos a que quede la libertad para todo pájaro que sin saber volar componga los sonidos del silencioso viento.8

          La selva es simbólica, porque los mayas han vivido desde siempre en un mundo sacralizado, opuesto al mundo profano. Los mayas buscan lo subjetivo, el misterio de las cosas, lo que no se ve pero que es lo real, es lo simbólico como la Selva. Todas sus relaciones con la naturaleza, trabajo, sexualidad tienen un sentido sagrado, incluso el hecho de alimentarse no es una cuestión puramente orgánica o "natural" sino sacra. Así, existían entre ellos alimentos y bebidas que son objetos simbólicos, sobre todo los relacionados con sus ceremonias. El balché, "vino sagrado" producto de la corteza de un árbol, y el saká, "pozol sagrado"; árbol y maíz, plantas sagradas, significan vida y fertilidad, eran y son utilizadas aún hoy en día en las ceremonias como ofrendas para pedir ayuda y dar gracias al Dios Chaak por la lluvia en la milpa y la protección de los animales.

Por eso le damos gracias a Dios, porque nos ha dado un verdadero paraíso natural que con el agua y el misterio, yace ahí, en espera de un mejor futuro para la sobrevivencia humana que nos permita vivir, vivir y morir. Nada es imaginación, todo está aquí, entre nosotros, entre ustedes, entre los que quieren y aman la vida misma como oportunidad de hacer lo que no hemos querido o deseado.

Esto es sagrado, porque lo sagrado –nos dice Mircea Eliade- es lo puesto aparte, lo separado de lo profano, "Lo sagrado se manifiesta siempre como una realidad de un orden totalmente diferente al de las realidades "naturales". Es la manifestación de algo "completamente diferente", de una realidad que no pertenece a nuestro mundo "natural", "profano", lo sagrado puede manifestarse en las piedras o en los árboles, y no se trata de la veneración de una piedra o de un árbol por sí mismos. La piedra sagrada, el árbol sagrado no son adorados en cuanto tales; lo son precisamente por el hecho de "mostrar" algo que ya no es piedra ni árbol, sino lo sagrado, como nuestra Selva que vale por sí misma para todos. ¡Oh hermosa selva!, no te hace falta ni un pétalo, ni un olor, ni una sombra. Colocada en tu alma, dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo, leche de luna en las oscuras hojas…9

La Selva es vuestra Selva. Verde y colorida que abraza el cosmos de una tierra prometida; la inspiración de una soledad en desesperanza y el gusto por el amor a la naturaleza. De ahí que Chiapas sea en el cosmos lo que una flor al viento… porque surgió inadvertida como un rezo de lluvia entre las hojas, tenue como la brisa, tierna como un suspiro, pero surgió tan onda, tan real, tan verdadera y tan eterna como el dolor, que desde siempre riega su trágica semilla por el mundo, desde entonces, Chiapas es en el cosmos lo que una flor al viento…10

La Selva ya no calla; su voz, que es vuestra voz, tocó las puertas del mundo y del cielo…para todos la luz, para todos todo.11 Sabemos que esa luz no se negocia porque es un acto de conciencia que nos permite vivir en medio de una cosmogonía que pareciera se traslapa con la cultura moderna, esa que a veces no reconoce su propia identidad. Pero aquí estamos, valorando lo que merecemos como cultura que llama y grita en este invisible universo, lleno de llanuras, almas perdidas y un antepasado vivo que nos conduce todos los días a la felicidad de una verdad que no se compara con nada: vuestra verdadera identidad, porque os de saber que  Chiapas no solo es el insomnio de la selva besando la palabra de los vientos y el río llorando epopeyas en el torrente de las horas viejas, porque percibimos en ella una sed insaciable de nuevos horizontes, un ansia inconfesada de compartir su vieja voz de arrullo, su triste voz, triste como la imagen del indio clavada entre la cruz de sus caminos.12

 22 de febrero de 2007.

Desde las soledades del sureste mexicano.

 

1 Martínez, Fernández Alfredo, Caminata por las lagunas de la meseta “El Ocotal”, México desconocido on line. Vid. www.terra.com.mx.
2 Sabines, Jaime, poema “Uno es el hombre”.
3 Ibidem, poema “Adán y Eva".
4 Idem.
5 Ibidem, poema “Es la sombra del agua”
6 Idem.
7 Pasalcor, Pablo, “De cuando los cerros sudan témpanos de fuego.”
8 Idem.
9 Sabines, Jaime, poema “Te quiero porque tienes…”
10 Cancino Casahonda, Enoch, poema “Canto a Chiapas”
11 Subcomandante Marcos, Declaración de la selva lacandona.
 
12 Cancino Casahonda, op. cit.

 
 

viernes, 7 de septiembre de 2012

Apuntes del Juicio de Amparo.

El Juicio de Amparo es una de las instituciones mexicanas reconocidas a nivel internacional, donde se pone de manifiesto la búsqueda del respeto hacia las libertades de los individuos (mal denominados  gobernados) –llamadas garantías individuales- y el fortalecimiento de la supremacía de la Constitución. Su evolución en el sistema jurídico mexicano ha pasado por diversas etapas donde podemos identificar su teleología, la cual, es sin duda, un medio de control constitucional que restringe el poder del Estado cuando invade, vulnera o intenta conculcar la esfera jurídica del individuo. Por ello, su objeto es garantizar las libertades públicas individuales y defender la Constitución Fundamental.
Sus orígenes o antecedentes no han sido diferenciados en forma exacta por la doctrina, pues varios autores dan cuenta de instituciones jurídicas similares al “amparo” en la historia, lo que para otros representa citar únicamente instituciones parecidas pero que no son un antecedente pleno del juicio en comento. Sin embargo, señalaremos parte de lo que se ha dicho en cuanto al  origen del amparo. Se habla de un supuesto antecedente directo relativo a las facultades que tenían las Audiencias en la Nueva España de conocer de las apelaciones que se hacían valer en contra de los actos de los virreyes y moderar éstos ejerciendo un verdadero control, así como una verdadera supremacía judicial, respecto de los actos del poder público, mismo que fue denominado como “Amparo Colonial” por el jurista Andrés Lira González.
Para 1881  Ignacio L. Vallarta hace referencia al “Habeas Corpus” de Estados Unidos de América como un antecedente del Amparo Mexicano, lo que fue desmentido por Emilio Rebasa quien aclaró que el juicio proviene de otros procedimientos de defensa de la Constitución de E.U.A. y no del “Habeas Corpus” por  considerarse  una de las piezas del sistema americano que tiene por objeto exclusivo proteger la libertad individual en contra de prisiones arbitrarias o ilegales.
En las Siete Leyes Constituciones de 1836 encontramos un antecedente en relación al control constitucional, me refiero a las atribuciones del Supremo Poder Conservador que era una imitación del senado conservador francés, el cual podía declarar la nulidad de una ley o decreto dentro de los dos meses después de su sanción, cuando sean contrarias a artículo expreso de la constitución.  Empero y, muy a pesar de que nuestro juicio de amparo evolucionó lentamente, tiene 156 años de nacimiento, pues entró a la vida nacional con el derecho positivo en el Acta de Reforma de 1847 y si bien es cierto tardó en ser reglamentado y puesto auténticamente en marcha, de inmediato captó la atención de los estudios del Derecho.
Se sabe que Manuel Crescencio Rejón propuso el Juicio de Amparo en la Constitución Yucateca de 1841 y a posteriori –encontrándose el país en plena lucha con los E.U.A.- el 6 de diciembre de 1846 se instaló un Nuevo Congreso Constituyente, el sexto en los de su clase, que integró una Comisión de Constitución por Mariano Otero, Manuel Crescencio Rejón, Joaquín Cardoso y Pedro Zubieta. Los tres últimos pugnaban por el simple reestablecimiento de la Constitución de 1824, no así Mariano Otero, quien en un voto particular proponía la restauración del cuerpo constitucional de 1824 con adiciones y reformas que hizo consistir en la reorganización del Senado, la supresión de la vicepresidencia, el reconocimiento de derechos del hombre y en  forma destacada un control mixto de la constitucionalidad, con el que daba nacimiento al Juicio de Amparo.
Tanto Don Manuel Crescencio Rejón como don Mariano Otero, son los creadores del Juicio Constitucional, por su aportación al orden jurídico y porque surgió en respuesta a la injusticia, la desigualdad y la arbitrariedad con las que se conducían las autoridades en aquella época centralista.
En cuanto a su definición son variadas las que se han elaborado, pero en síntesis es un juicio o medio extraordinario de defensa que tiene por objeto garantizar y proteger las libertades públicas de los individuos, manteniendo la supremacía de la ley fundamental. Asimismo, tiene como finalidad preservar el orden constitucional y la legalidad en todos aquellos actos que realicen las autoridades.
Cronología y evolución constitucional:
 
  1. – Constitución Yucateca del 26 de mayo de 1841 (propone Manuel Crescencio Rejón).
  2. – Acta de Reforma a la Constitución Federal de 1824 promulgada hasta el 21 de mayo de 1847 a iniciativa de don Mariano Otero.
  3. – Constitución Federal del 5 de febrero de 1857, convocada por Juan Álvarez en acatamiento al Plan de Ayutla y redactada por Ponciano Arriaga, quien precisamente  presentó un proyecto en relación al artículo 102, referente al juicio de amparo.
  4. – Constitución Federal vigente, promulgada el 5 de febrero de 1917, que regula el juicio de amparo en sus bases esenciales, artículos 103 y 107.
Como ya dijimos el objetivo primordial del juicio es garantizar, por un lado, la protección de los derechos del individuo y, por el otro, la defensa de la Constitución Política en su totalidad. Cabe  destacar, que la lentitud de su reglamentación permitió mejorar poco a poco sus imperfecciones. La primera ley que reglamentó el juicio de amparo de 1847 y su posterior de 1857 fue promulgada en el año de 1861. Y la ley reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución de 1917 tiene 67 años de nacimiento, ya que entró en vigor en 1936 y hasta el año de 1999 sufrió 25 reformas.
El juicio de amparo como medio de defensa a los actos arbitrarios del Estado que atentan contra las libertades  del individuo, es también por antonomasia un medio de control constitucional que limita el ejercicio del poder fuera de la ley y, que garantiza a la vez, la existencia del Estado de Derecho en México, toda vez que procede contra leyes que violen el espíritu de la Constitución. De ahí que la legalidad de los actos del Estado, sea otra finalidad.
 Podemos mencionar que para mantener con vitalidad nuestra institución, se requiere de los siguientes presupuestos:
1. - Un régimen constitucional, tanto sustantivo como adjetivo.
2. – Una Constitución Suprema escrita.
3. – Declaración de derechos públicos individuales.
4. – Un tribunal o tribunales competentes.
En términos del articulo 107 constitucional el amparo se tramita como un juicio, como un proceso judicial y se inicia, por tanto, por el ejercicio de una acción especial, la acción de amparo que, por su propia naturaleza, pone en movimiento la jurisdicción, también especial, consignada en el articulo 103 de la propia ley fundamental y que está confiada a los tribunales de la federación.
Los principios del juicio de Amparo son:
 
1.    Principio de instancia de parte agraviada. El juicio no se tramitará de oficio por ninguna autoridad judicial, sólo por petición del propio afectado, su apoderado o representante legal (o por cualquier otra persona pero sólo en los casos en que el afectado esté privado de su libertad personal).
2.    Principio de agravio personal y directo. Sólo podrá solicitar amparo quien sea el titular del derecho subjetivo que se considere afectado por el acto de autoridad.
3.    Principio de prosecución judicial. El juicio se tramitará con arreglo, exclusivamente, a las disposiciones procesales de la Ley de Amparo y, sólo en caso de que ésta sea omisa o insuficiente, por supletoriedad se aplicará el Código Federal de Procedimientos Civiles.
4.    Principio de definitividad. El juicio de amparo sólo procederá cuando contra el acto de autoridad, no esté previsto ningún recurso o medio de defensa legal, o estándolos, se hayan agotado previamente a la demanda de amparo. Este principio admite diversas excepciones, por ejemplo: en materia administrativa, cuando la ley que rija el acto reclamado, no prevea la suspensión del mismo o para suspenderlo pida requisitos mayores que la Ley de Amparo; cuando el acto reclamado no esté fundado y por ello no pueda saberse qué medio ordinario de defensa se debía agotar; contra actos que afecten a terceros extraños a juicio.
5.    Principio de estricto derecho. La sentencia del juicio se limitará a resolver las cuestiones propuestas en los conceptos de violación, sin poder abordar otras. También admite excepciones por suplencia de la queja deficiente, ya sea respecto a los conceptos de violación o a los agravios en el recurso de revisión, en casos como los siguientes: en materia laboral a favor sólo del trabajador; en materia penal a favor del acusado; en cualquier materia si se advierte una violación manifiesta de procedimiento que haya dejado sin defensa al quejoso; en materia familiar a favor de menores o incapacitados.
6.    Principio de relatividad de las sentencias. La sentencia del juicio sólo protegerá a individuos particulares que hayan promovido el juicio, sin beneficiar a nadie más, y el acto quedará invalidado sólo para el quejoso que haya litigado, pero no se hará ninguna declaración general sobre la ley o acto impugnado.
Existen amparos directos que se promueven contra resoluciones que ponen fin a juicio (sentencias o lados) y se interponen ante los Tribunales Colegiados de Circuito e indirectos promovidos ante los jueces de Distrito, sobre actos que ocurran dentro del procedimiento que causen daño irreparable al quejoso, leyes tratados y cualquier expresión materialmente legislativa, actos antes de procedimiento o después de concluido, incluyendo actos de ejecución de sentencia o bien aquellos actos que provengan de autoridades distintas a las judiciales, administrativas o del trabajo.
Los Tribunales Colegiados actúan como tribunal de alzada para revisar la constitucionalidad de las acciones de los jueces ordinarios locales y la de los jueces de Distrito en el recurso de Revisión. Mientras que los jueces de Distrito tienen una doble jurisdicción: una ordinaria propiamente dicha cuando actúan como jueces penales en el conocimiento de delitos federales y otra constitucional cuando conocen de algún Amparo Indirecto.
 Se sugiere ahondar en el tema. Léase a:
 
1. Burgoa, Ignacio, El juicio de Amparo, Porrúa, México, 1997.
 
2. Ferrer McGregor, Eduardo. Compendio de Derecho Procesal Constitucional, 2ª Edición, Editorial Porrúa, México, 2004.
 
3. Fix Zamudio, Héctor, Ensayos sobre el Derecho de Amparo, Última Edición, Editorial Porrúa, México, 2003.
 
4. Góngora Pimentel, Genaro D., Introducción al estudio del juicio de Amparo, Porrúa, México, 1999.
 
5. Palacios Vargas, J., Ramón. Instituciones de Amparo, Última Edición, Editorial Cajica, México, 1963
 
6. Rabasa, Emilio, Historia de las Constituciones Mexicanas, IIJ-UNAM, México, 2000.
 
7. Tena Ramírez, Felipe, Derecho Constitucional Mexicano, Porrúa, México, 1996.
 
8. Noriega, Alfonso. Lecciones de Amparo, Última Edición, Editorial Porrúa, México.

 
 
 

martes, 4 de septiembre de 2012

Hacia una neociudadanía


Probablemente algunos de los problemas más significativos en las democracias contemporáneas sean a quiénes se eligen y cómo hacer de los elegidos un gobierno eficiente. Esto radica en la necesidad  de encontrar y diseñar mejores mecanismos de organización, vigilancia y sanción dentro de los sistemas electorales, más aún, si en los tiempos que estamos viviendo, la democracia en América Latina no ha respondido a las exigencias ciudadanas, debido entre otras cosas, a que le hemos colgado preseas falsas que han generado el sentimiento popular en más de un 50% de los ciudadanos latinos dispuestos a sacrificar un gobierno democrático en aras de un progreso real socioeconómico (Informe PNUD). Este enfoque puede darnos una idea del descontento con la democracia, identificada con los malos gobiernos que no han sido capaces de solucionar los problemas que nos aquejan a diario (desempleo, inseguridad, impartición de justicia, nivel de vida, etc.).

Sin embargo, más allá del diseño de reglas mínimas para conformar los cuerpos representativos, la democracia en su acepción liberal, exige una transición social de quienes ejercen los derechos políticos en el Estado; nos referimos al ciudadano, que más allá de ser una célula integradora de la cosa pública, es un factor de conservación o cambio de la estructura estadual y, por ende, del funcionamiento de los gobiernos.

            En la jornada electoral de julio pasado, en la que se eligieron más 2 mil representantes populares, incluido el presidente de la República, el ciudadano manifestó su derecho político del voto y, por consiguiente, ejerció una parte de su derecho de participación. Y es que participar significa “tomar parte”, convertirse uno mismo en parte de una organización que reúne a más de una sola persona. De modo que la participación es siempre un acto social: nadie puede participar de manera exclusiva, privada, para sí mismo. La participación suele ligarse, con propósitos transparentes y casi siempre favorables para quiénes están dispuestos a ofrecer algo de sí mismos en busca de propósitos colectivos. La participación es, en ese sentido, un término grato. La verdadera participación, la que se produce como un acto de voluntad individual en favor de una acción colectiva, descansa en un proceso previo de selección de oportunidades. De este modo, la participación es siempre, a un tiempo, un acto social, colectivo y el producto de una decisión personal.

            Más allá de esta decisión ciudadana de elegir y conformar los poderes públicos, el proceso electoral nos deja algunas lecciones que no debemos soslayar. En primer lugar, entender que la disidencia también es democracia, que no todos compartimos la misma idea de bien común y que, por consiguiente, debemos ser respetuosos de las decisiones de los demás. En segundo lugar, que existen instituciones, conformadas como producto de la evolución propia de nuestro sistema político y, por último, que la violencia no es el camino por ningún motivo para exigir, que el respeto debe ser siempre la bandera del diálogo y la reconciliación. Eso significa ser un buen ciudadano, cuando se entienden y comprenden las complejidades de la democracia, en donde nadie pierde, todos ganan.

Debemos prepararnos para lo que viene, cerrar la página del conflicto, aclarar los actos irregulares, organizarnos y actuar en consecuencia con la nueva conformación de los poderes electos. Por esta razón, se justifica el nacimiento de una corriente alterna en el pensamiento popular que sea corresponsable en la vigilancia gubernamental para sancionar a los gobernantes ineptos. Esto motiva la idea de una neociudadanía capaz de encontrar la fórmula para castigar a quienes abusan de la democracia y en su nombre gobiernan, mienten y ofrecen soluciones vagas. El neociudadano es una necesidad social y política para no regresar al estado de naturaleza hobbesiano y dejar que el Estado pierda su razón de ser al alterarse los niveles de convivencia.

El neociudadano es un ente social y político comprometido con su tiempo y su espacio. Debe ser el artífice de una “oposición responsable”, que no permita los retrocesos y de esta forma, dirigir por buen camino los destinos de la Nación. Hoy la calidad sustantiva de los derechos políticos requiere un sistema electoral que haga efectiva la participación política de los ciudadanos en toda su dimensión, tanto para elegir a sus representantes como para ocupar los puestos de elección popular y vigilarlos. Ergo, las exigencias del ciudadano de hoy no se deben reducir al mero goce de los derechos de votar, ser votado, asociación o afiliación políticas, porque dichos derechos no son suficientes para que el pacto social se conserve. Ante la crisis institucional de falta de cumplimiento de programas de gobierno y el aumento de la impunidad en los titulares de la administración pública, el ciudadano requiere en su esfera de derechos nuevos mecanismos de sanción que le aseguren un mejor funcionamiento al ejercicio institucional y gubernamental. De esta forma, cuando nos referimos al “neociudadano”, nos estamos refiriendo a los nuevos derechos que el ciudadano requiere para la consolidación de la democracia no reducida exclusivamente a los procesos electorales o a las urnas, sino a todo un proceso de responsabilidad y compromiso con la transparencia, la equidad, la justicia y el Estado constitucional. Este proceso electoral que vivimos, es propicio para impulsar desde cualquier ámbito, un neociudadano que responda al verdadero valor que significa “votar” para elegir a sus representantes. Votar, es también vigilar y coparticipar en las decisiones colectivas.