Guillermo Nieto Areola
Hay un dato digno de celebrarse y que llama la atención respecto a la personalidad del mexicano. Los mexicanos trabajan mucho, ganan poco, son de los más pobres… ¡pero están contentos!, según se desprende de un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). De ocupar siempre los últimos lugares en los ámbitos social y económico, México por fin accede a un primer sitio en las famosas listas de la OCDE. Y es una sorpresa: Entre los habitantes de los 35 países que integran el organismo, los mexicanos son los que más trabajan, a pesar que los ingleses crean que somos holgazanes, flojos o huevones.
Este dato puede parecer chistoso, pero es una verdad. Todos trabajan y trabajan pero el poder adquisitivo por lo que obtienen en su trabajo es una ridiculez. Sólo en el supermercado una bolsita te cuesta demasiado y, en el peor de los casos, en una compra se te va tu quincena. Es decir, es cierto que los mexicanos son los que más trabajan, pero no se corresponde con su nivel de vida. Se trabaja por necesidad, no por gusto. Se trabaja doble porque no alcanza. Se trabaja mucho porque de lo contrario no comes. Se trabaja para vivir, no vives para trabajar.
Pero los mexicanos tenemos otros problemas: somos desordenados, llevamos una vida pública que no se ocupa del bien común. Cada quien jala por su lado, unos corrompiendo a otros, uno más rico del mundo, algunos devengando un sueldo que no se merecen, otros más cobran sin trabajar, unos buenos para nada, otros en el chisme, la intriga, la grilla, y por si fuera poco, la gran mayoría de este país se rompen la… por una miseria y no tienen una expectativa de desarrollo cierta, sin seguridad social ni santo que los proteja.
Entonces mucho trabajo no es sinónimo de desarrollo. Eso nos queda claro. El país enfrenta ahora una crisis de autoestima, porque le están diciendo al mexicano que aunque trabaje mucho jamás dejará de ser pobre. O sea, en nosotros no opera la regla de a cada quien según su trabajo, sino por el contrario, cada trabajo según el que lo quiera hacer, aunque gane poco. Es curioso cómo este dato puede representar la verdadera realidad del México podre. Más allá de lo que nos han dicho de la inflación, la economía, el precio del dólar, etc., la verdad quedó clara: México es pobre y ni trabajando mucho logra salir de su estancamiento.
Solo unos pocos aristócratas son lo que viven sin necesidades, pero aún éstos quieren tener cada día más, ello porque el hedonismo, la avaricia o el poder económico es lo que los mantiene vivos, pues como dijera Séneca hay gente que así es feliz y no hay fuerza de Dios que los ilumine.
De cualquier manera, más allá de este notición los mexicanos debemos emprender nuevas actitudes de compromiso social e individual. Por ejemplo, debemos empezar por producir algo valioso todos los días. Intensificar la disciplina como en el estudio, o en aquella actividad que mejor desarrollamos, incluida la casa. Debemos alimentar el cuerpo pero también el alma a través de la lectura, la reflexión del contexto, experimentar emociones y amar lo que hacemos, pues no es posible que en el país tres jóvenes lean un libro al año, de los cuales dos no entienden lo que leen, o sea que es sólo uno. En este sentido, cambiar al país es un asunto de actitud, de voluntad individual que se traduzca en voluntad pública. Es votar responsablemente, es ser un verdadero ciudadano, exigir, vigilar y sancionar. No es estar hablando de democracia y no hacerla. Es olvidar que los intereses privados son primero, como ocurre con la reforma laboral, que un partido político ya la mando a la gaveta porque vienen las elecciones y le puede costar un buen número de votos. Así tampoco se construye nada. Pareciera que todo depende del color. Mientras eso ocurra, seguiremos todos aquí en chinga trabajando mucho sin expectativa de que la economía se mueva. Pero bueno, muchos ya se acostumbraron a vivir en plena crisis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario